rOSITA qUATRARO
- Las manos de mi abuela
- 2 may 2009
- 1 Min. de lectura
Todos morimos siempre un poco cuando otros mueren. Antes de que mi abuela lo hiciera me di cuenta de que todavía, a pesar de todo, sus manos estaban tibias y pensé mucho en por qué:

Esas manos junto a mí
Habían tenido sed durante toda su vida
Sed de aprender, de hacer. Sed de ser
Esas manos, manos que llevaban marcas de los años
Manos con marcas de acompañamiento
Manos con marcas de enseñanza
Manos con marcas de paciencia
Manos con marcas
Con marcas de amor
Manos nunca frías, siempre cálidas
Esas fueron las manos de mi abuela:
Manos de ternura divina
Manos que nunca soltaron
Siempre, siempre agarraron
Manos que desparramaron mucho
Y dejaron huellas por donde pasaron
Esas manos que nos acariciaron y apretaron a todos fuerte
Manos que supieron cuándo dejar volar
Manos cuya misión fue mantener tibias otras manos
Manos que hoy, y para siempre,
Deberíamos convertir en nuestras
Para que su calor jamás se extinga
Seguí dándole vueltas a eso de morir bastante tiempo más y creo que quizás no deberíamos morir un poco con los otros, más bien lograr mantenerlos un poco vivos a ellos. Pero todavía no sé cómo, por eso mientras intento cocinar tortas cuando puedo.
Comments